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Cazzu: Trap, ternura y uñas fieras

Una semblanza de una de nuestras artistas favoritas, la multifacética y talentosa argentina que puede sostener las medallas del trap y el feminismo en un mismo cuello.

Desde hace años queríamos dedicarle un espacio en LA NECEDAD a Cazzu. Su disco Error93 es posiblemente una de las piezas más ignoradas del trap y el reggaeton hecho por mujeres, pero un testigo fiel de su talento y una declaración estética. De la mano de productores de Puerto Rico esta compositora argentina hizo música para las minitas de flequillo y todos los demás que algunas vez compramos en Insomnio o Monster en el Mall San Pedro. La primera vez que puse “Rally” en NEON (RIP) lxs chiquitxs alternativas se acercaron a bailar ese reggaeton de tintes oscuros y vi el magnetismo de Cazzu en tiempo real: una vez que uno le regala 30 segundos de sus tiempo es imposible quitarle los ojos (o los oídos) de encima.

El texto invitado de hoy viene de una persona que ha experimentado ese magnetismo por varios años y que lleva el aprecio y respeto a Cazzu en la piel. No podría imaginarme mejor persona para contarles por qué Cazzu es La Jefa y una artista que despierta una intensidad inédita (una necedad, ja) en sus fans que no se ve a menudo. Ella es, como explica de mil formas Cata Trejos mucho más que "la que se besó con Bad Bunny" o "la ex de Nodal".

Trap, ternura y uñas fieras

Por Cata Trejos

A Cazzu la vi por primera vez en vivo después de cinco años de ser fan, en noviembre del 2022. Como había pasado tanto tiempo, tenía muchas dudas de si iba a tocar mis canciones favoritas. No la vería en el momento en que la descubrí y no sabía qué tanto me iba a emocionar.

La vi en el Coca Cola Flow Fest, en México. Al ser un festival, todo pasaba muy rápido: no estábamos tan cerca del escenario, habíamos llegado hace horas y ya había mucho cansancio de por medio. Aunque fue emocionante verla, quedé con la sensación de que la experiencia no le hizo honor a lo que ella era para mí.

Fue una sensación compartida con mi amiga con la que estábamos por celebrar nuestros cumpleaños, pues cuando supimos que 3 días después se iba a presentar en Puebla, decidimos celebrar con un acto impulsivo: ir a Puebla ida y vuelta, solo para volver a verla. Esta segunda vez, tuvimos a Cazzu súper cerca y nos impresionó lo guapa, lo buena rapera, su presencia escénica, su humor y sus bailarinas. Teníamos a fans intensas muy cerca que se desgalillaban y rogaban que Cazzu las volviera a ver. Nosotras vivimos nuestra fanatismo con un poco más de calma, pero cantando cada canción y felices de sentirla cerca.

Esa amiga también vivió conmigo el retorno de Cazzu a los escenarios en diciembre de 2024, un año en el que Cazzu pasó por mucho. No había mejor escenario para volver que el Buenos Aires Trap, donde demostró por qué le queda bien el apodo de "La Jefa".

Fue un show increíble: lleno de coreografías y con esa actitud firme en cada cosa que hacía. Se sentía (y era) la dueña del lugar y yo me sentía honrada de vivir ese momento.

Rudeza y ternura

A Cazzu la conocí por "Loca" una canción con Duki y Khea que fue un “boom” incluso antes de que se uniera Bad Bunny al remix. Era trap, era calle, era cool, sexy, tenía un tono de voz dulce y uñas largas fieras. Era un balance entre rudeza y ternura que me hizo sentir identificada y me inspiró a hacerme las uñas así, que poco a poco se volvieron parte de mi identidad. Pero su influencia no se quedó en las uñas: también me acompañó en mis dilemas más personales.

Julieta Cazzuchelli nació el 16 de diciembre de 1993 en Jujuy, Argentina, a 1.500 kilómetros de la capital. Es sagi como yo y aunque es menor, se ha convertido en una especie de mentora que me ha acompañado durante mi adultez mediante su música, pero principalmente a través de su forma de ver la vida.

Me hizo sentir que no era contradicción ser feminista y amar el trap

En una época en la que me pesaban los argumentos en contra de los géneros urbanos y me cuestionaba mi propio feminismo, apareció “Tumbando el club” (2018), el himno del trap argentino que reunió a 9 artistas de la escena: ocho hombres y una mujer, Cazzu.

Que ella estuviera ahí, en una canción con versos como 'Tres perras me esperan, creo que una era tu mujer', terminó por legitimar no solo que me gustara, sino que me atreviera a admitir que me estaba haciendo fan del género. Si ella estaba, el trap no podía ser tan malo, tan machista o, al menos, tan ajeno a las mujeres.

A lo largo del tiempo, hubo momentos muy específicos en los que sentí que Cazzu me daba respuestas o me acompañaba sin saberlo. Recuerdo 3 momentos que para mí fueron clave en el ejercicio de mi feminismo, todos ligados a Cazzu.

1. La crítica a las categorías en los premios de música

En una entrevista, Cazzu hablaba sobre lo problemático que le parecía que los premios hicieran distinciones de género en categorías como “Mejor canción urbana femenina” vs. “Mejor canción urbana”. En su libro Perreo: una revolución, profundiza en esto, señalando cómo esa división sigue relegando a las artistas mujeres del espacio urbano, como si no les perteneciera.

2. Mi favorita: Lollapalooza 2019

En medio de Loca antes de que empezara su parte, se dirigió al público y retó a los hombres pidiéndoles que cantaran y les dijo: “no se les va a achicar el pito si cantan la parte de una mina”. Recuerdo devolver el vídeo al punto exacto, para grabarlo y subirlo a mis historias de Instagram.

3. Un post en Instagram un 8M

No recuerdo el año exacto, pero si como me sentía. Era un 8M justo en esos años que una no sentía energías para marchar. Cazzu publicó un post que decía algo como “Todo bien vivir el 8M cómo nos sintamos cómodas, obvio marchar es importante, pero también es importante el cuido. La lucha también requiere que estemos bien”. Y una vez más me sentí identificada y acompañada.

Cazzu fue compartiendo dudas e incomodidades que también atravesamos quienes amamos el trap, el reguetón y, al mismo tiempo, creemos en el feminismo. Mientras escuchábamos que estos géneros eran “machistas”, nosotras también nos lo cuestionábamos, defendiendo nuestro gusto como podíamos, al mismo tiempo que íbamos encontrando nuestro lugar. Cazzu se abría paso en un terreno donde ser mujer, en un espacio lleno de hombres, parecía ser —cada vez más y gracias a ella— algo poderoso.

Fue un ejemplo de “me cuidan mis amigas”

Más allá de los escenarios o los discursos, fue lindo ver como Cazzu es una amiga como nosotras, que haría todo por sus besties.

No estoy segura de sí primero escuché a La Joaqui (cantante argentina de cumbia rkt) o a Cazzu contar esta historia, pero fue sobre una situación de violencia que vivió La Joaqui, en la que su vida estaba en riesgo. Llamó a su amiga Juli (Cazzu), y ella le dio las instrucciones para llegar a un apartamento seguro.

Esa historia, para mí, la volvió más una persona de verdad. Y también fue un ejemplo claro de algo que se ha vuelto muy real para muchas: no nos cuida la policía, nos cuidan nuestras amigas.

La canción Glock de Cazzu y La Joaqui, habla de esa situación y de la amistad entre ellas dos:

“Yo conozco muy bien todas tus heridas / Las cicatrices de la calle, del amor, la vida / Lo que soy capaz de hacer por una amiga / Los secretos que a nadie se lo diría”

Hace poco, en una entrevista sobre su nuevo libro, Cazzu retomó un poco este episodio y dijo algo que me quedó resonando:

“Una cosa es militar y otra cosa es que tu amiga esté entre la vida y la muerte”.

Por Cazzu me hice un tatuaje de Nena Trampa

“El reguetón incomoda, despierta la cólera en los más conservadores, porque propone otra mujer, una perra desinhibida que controla su cuerpo, sus decisiones y su sexualidad.” (“Perreo, una revolución”, Cazzu, 2025).

Desde el inicio, algo que me pareció tuanis en Cazzu fue justamente eso: la forma en que expresaba su sensualidad. No solo por su tono de voz sexy, sino por muchas de sus frases icónicas:

“Muñequita de todos, pero de nadie juguete.” “¿Perra? Y de todas la mejor. En tu vida no vas a conocer ninguna pibita como yo.”

Canciones como “Nada” se convirtieron para mí en parte de un ritual: cuando me alistaba y me sentía guapa, la ponía.

“Hoy me puse el vestido ese que tanto te gustaba, pa’ que cuando esté al frente me lo digas en la cara, que ya no sientes nada.”

Y luego llegaron videos que también me marcaron. En “Turra”, por ejemplo, aparece rodeada de hombres, invirtiendo el típico video de reguetón donde son mujeres las que “adornan” la escena. Acá, Cazzu es el centro. Usa un look trap, se impone, y después le baila en short corto a un mae. Lo mismo pasa en “Miedo”, una canción en la que cada palabra y cada plano del video es pura sensualidad.

Su música no solo habla de su propia sexualidad; también se alinea con la de otras mujeres que desafían el manual obsoletovigente de la mujer “valiosa". En canciones como "Penas y Problemas", "Peliculeo", "Brinca" o "Bounce" se habla de las strippers: mujeres que encarnan lo que a muchos les incomoda.

“Mira cómo lo mueve, mi bebé es stripper

Meneando su cuerpo una profesional

Nunca le va mal

Se lleva como 15k de dólares semanal

No compite con nadie

Nunca nadie puede ocupar su lugar

Carita de ángel, bonita de más”

Empezó a decir “tu nena trampa” al final de sus canciones, a postear fotos con esa frase, hasta que terminó llamando así a un álbum y a una canción. Para mí, Nena Trampa representaba todo eso: su sensualidad, su inteligencia, y una figura con la que me sentía identificada. Una mujer astuta que juega en un terreno donde mandamos nosotras, aunque sea por un momento.

Nena Trampa también habla de la trampa como astucia, pero también como juego. Porque en un mundo patriarcal, adoptar esa postura —aunque sea performance— no es menor. Es jugar con los códigos que nos imponen. Y en ese juego, por breve que sea, hay poder. Ese que la sociedad no nos da, pero que tomamos.

“No me pidan que rece porque Dios es hombre y por un hombre no me quiebro.”

Cazzu nos dio una lección mundial de sensatez

El otro día fui a nadar a la piscina municipal de Curridabat y sonaba “Con otra” de Cazzu, algo que nunca imaginé, pero tampoco me sorprendió.

Cazzu empezó a estar en boca de muches en el 2024 y pasó a ser mediática por razones que escapaban a su trayectoria musical.

“Convertiste nuestra historia en una maldita parodia”

Aún así, Cazzu le dio una lección de sensatez a gran parte del mundo en una entrevista en la que cuenta, desde su punto de vista, una historia que estaba siendo contada por otres.

“La única autorizada para hablar de mis sentimientos y de mi situación emocional soy yo.”

Nunca imaginé ver miles de comentarios de señoras diciendo que Cazzu era un ejemplo de mujer, opinión que ahora tenemos en común. Todo porque un cantante de rancheras decidió no darle el valor que ella se merecía.

Y con todo eso, Cazzu siguió. Disfruta mucho su maternidad (cabe recalcar que hizo una presentación increíble de su embarazo) y este 2025 sacó un libro sobre su trayectoria como mujer en el género seguido de un nuevo disco que, para mí, es una obra de arte.

Latinaje: La Jefa del Trap también canta tango

“Aquí les traigo una copla desde el Norte de Argentina, aunque usted no me conoce, soy de América Latina.”

Así nos presentó Latinaje, su cuarto álbum de estudio, en el que mezcla salsa, bolero, tango, flamenco, funk brasileño, merengue y más.

Porque Cazzu nunca se limitó al trap: empezó en la cumbia, en su segundo albúm Una Niña Inútil exploró el R&B, en vivo cantó Alfonsina y el Mar, y en su tercer albúm Nena Trampa incluyó "Piénsame", un bolero.

En sus palabras, Latinaje “es una forma de abrazar lo que significa ser latina: nuestras pasiones, nuestros sonidos, nuestras heridas, nuestras jefaturas.” Para mí en ese disco, cada canción escrita por ella es una catarsis que conecta lo íntimo con lo colectivo. Es un disco rico en expresiones culturales y emociones, donde lo vulnerable se vuelve fuerza.

Nunca estática

Cazzu se ha consagrado como la jefa del trap por su influencia en el género y por abrir camino a otras mujeres. Pero Cazzu también es —y va a ser— muchas otras cosas. La que se impone en el escenario y la que cuida a sus amigas. La que canta sobre malianteo,ser sexy, desamor, y también escribe libros sobre perreo.

Cazzu se transforma, se contradice, se permite dudar y ser muchas a la vez. Es ruda y vulnerable, astuta y honesta. Por mi parte, tal vez porque también estoy hecha de dudas y mezclas, seguiré transitando la adultez con sus lecciones de vida y su música de fondo.