Una reseña de la segunda visita del grupo argentino a Costa Rica, en el que presentaron su álbum 'Líneas Generales'.
Cuando Isla de Caras tomó el escenario, la conexión con el público fue inmediata y el encanto de este grupo argentino también: es música sin pretensiones, pero con una autenticidad encantadora.
Es justamente en esa combinación de coros pegajosos, letras cotidianas y una producción pulida y fresca, donde Isla de Caras encuentra su mejor forma de conexión. Ellos apuestan por la honestidad: canciones bien construidas que reflejan humor, ternura y cercanía.
La noche abrió con "Veneno", el tema inicial de su más reciente disco, Líneas Generales. La canción resume con acierto la identidad del grupo argentino: una mezcla de entusiasmo y melancolía que se mueve entre la introspección y el baile.

Isla de Caras visitó Costa Rica por segunda ocasión. Foto por @te_ller.
El quinteto bonaerense regresó al país tras su debut en febrero del 2024 en la desaparecida Casa Rojas, de nuevo gracias a la productora Cream Agency. Esta vez, lo hizo el sábado 11 en London Room, Paseo Colón, donde la audiencia respondió con calidez y evidente entusiasmo ante su repertorio enérgico y emocional.
El concierto había iniciado con el dúo local Todo Lo Que Hicimos, formado por los hermanos Andrés y Camilo Cañas, quienes ofrecieron más que un simple preámbulo. Su propuesta, fácilmente disfrutable, mezcla electrónica y ecos del pop alternativo de los dosmiles. En escena, ambos se reparten voces e instrumentos sobre capas de sintetizadores que construyen un sonido envolvente y preciso. Fueron el complemento ideal para el melodioso lato fuerte que nos brindó Isla de Caras.
Sensibilidad
Isla de Caras invita al movimiento casi involuntario de la cabeza, mientras las letras, cargadas de metáforas, oscilan entre la seducción, los lamentos y la esperanza en el amor.
Buena parte del magnetismo provino de su vocalista Lautaro Cura, que combina carisma y sensibilidad interpretativa. Pero cada integrante aportó una dosis justa de presencia: el tecladista Santiago Martínez imprimió su sello en melodías radiantes; Francisco Villa brilló con solos de guitarra de impecable factura; mientras Nicolás Fernández en la batería y Manuel Schupak en el bajo sostuvieron una base rítmica firme y elegante. La complicidad entre ellos resultó evidente y contagiosa.

Isla de Caras no sería lo mismo sin su tecladista Santiago Martínez. Foto por @te_ller
Su disfrute en el escenario derivó en un espectáculo fluido de indie pop y rock melódico, en el que destacaron canciones como "No me puedo divertir", "Todo el universo", "Mi droga favorita" y su versión de "Mi historia entre tus dedos", del italiano Gianluca Grignani, que despertó coros colectivos y una sonrisa generalizada. Para el cierre, eligieron Tu forma de decir adiós y Trampas, dos temas que condensan la energía emocional del grupo: nostalgia y alegría a partes iguales.
Confieso que, a diferencia de otros conciertos que cubro, en esta ocasión llegué sin mucho conocimiento previo del repertorio. Sin embargo, la experiencia fue una grata sorpresa: una hora de música sincera, luminosa y perfectamente ejecutada. El público, joven y atento, pareció compartir esa sensación de descubrimiento.

Que sean muchas más. Foto por @alejandro__ge
Al final, Isla de Caras dejó sobre el escenario algo más que buenas canciones: una energía optimista que confirma por qué su audiencia local sigue creciendo. Su propuesta funciona como un recordatorio de que aún se puede conmover y sonreír al mismo tiempo.