Canciones que meten pichazos y chinean; los costarriqueñismos nos ayudan a explicar por qué nos gusta tanto Adiós Cometa.
Después del Furia Fest, mis sospechas de que Adiós Cometa era la banda tica que daría de qué hablar este 2025 quedaron claras. Esto no fue un destello de clarividencia musical: ver al público emocionado, cantando estas canciones como si se tratara de una banda de afuera, fue la prueba de todo el trabajo que había hecho la banda y estar ahí me dio un sentimiento que no tenía desde los 2010s, cuando varios grupos nacionales pusieron al frente sus conciertos antes que nada.
Entender el fenómeno que catapultó a Adiós Cometa en el boca en boca de la escena es fácil: solo toma verlos en concierto. Pero como en LA NECEDAD nos gusta complicarnos la vida, buscamos a una fan que quiere tratar de atajar la realidad en palabras, hacer pájaros de aire como decía Joaquín Gutiérrez.
Invitamos a Vero furiapatana a que tratara de capturar los cómos, porqués y cuándos de su obsesión con esta banda y el resultado es un texto personal y universal, como tanto nos gustan. A continuación sus pájaros de aire.
una vez encontré una banda que se llama Adiós Cometa
El 28 de abril del 2023 mi amiga Mila me dijo que fuéramos al concierto de Nothing en Amón Solar. Mila me contó de la banda nacional que les abría: Adiós Cometa. Mila los había escuchado en un chivo en el Mercadito, pero solo agarró el final y tenía muchas ganas de escucharlos de nuevo.
En el balcón del segundo piso de Amón Solar, mientras Mila y yo nos comíamos unas empanadas caprese y tomábamos Pilsen, aparece por primera vez Adiós Cometa en la historia de mi vida.
Yo no sé qué fue, si la energía que tenían en el escenario, si la manipulación emocional del build-up de las guitarras o si el abrume de que en la banda canten tres voces tan diferentes.

Adiós Cometa se ha ganado sus adeptos desde el escenario. Foto por Elías Mora/Cortesía de Adiós Cometa
Yo no sé qué fue. Pero aquí estoy escribiendo un texto sobre mi banda nacional favorita dos años después, para tratar de entenderlo.
hipótesis uno: esta gente da buenos chivos
Una vez me fui a Santa María de Dota a ver a Adiós Cometa. Obligué a mi novio a acompañarme con la excusa de un lindo paseo a la montaña. En medio concierto, me empecé a emocionar, como siempre me pasa. Y empecé con mi ritual de estos chivos: quitarme las argollas, quitarme los anillos, guardar el celular, hacerme una cola. Empecé a darle todas mis cositas a mi novio y me fui a volar pichazos en medio de “Norte” mientras todos gritamos “Y no sé por qué o qué o qué o qué o qué”.
“Están tuanis”, me dijo mi novio. Mi novio a quien no le importa la música. Mi novio que es sordo.
Así que saquemos las conclusiones obvias de por medio. Adiós Cometa, sin ninguna duda, suena bien. Te pueden gustar o no, pero suenan bien. Dan buenos conciertos. Son siempre una buena experiencia, incluso más allá de lo musical. En los últimos dos años he ido a unos 10 conciertos de ellos. Los he escuchado en escenarios gigantes como el de Semana U y los he escuchado en entornos más garajosos como Oasis. Y siempre suenan bien.
hipótesis dos: ayuda, estoy triste
Una vez regresé muy contenta de un concierto de Adiós Cometa y cuando llegué a la casa mi perro no estaba respirando bien. Murió al día siguiente. Durante un año Adiós Cometa me acompañó en mi duelo. Escuchaba Nuestras manos son incendios (2024) en el carro, mientras trabajaba, mientras escribía.
“Todo estará bien” dicen en “Prefiero Quedarme”, para después meterle a uno un pichazo diciendo “Todo sigue igual, sigue igual”.
Adiós Cometa no me consoló. Me hizo más mierda. Me pusieron más triste. Me obligaron a escribir y a nombrar cosas. Hola nostalgia. Hola tristeza. Hola melancolía.
Yo no sé qué les pasó a esos muchachos. No conozco a esos muchachos. Pero su música y sus letras siempre reafirmaron un estado que yo también navegaba. Un estado en el que uno ve mucho para atrás. Un estado en el que uno recurre a la belleza para darle sentido a las cosas. Un estado en el que uno hace lo único que puede hacer. Arte.
“mae es que no entiendo, ¿esta gente qué es lo que toca? ¿Son chicos emo como nosotras?”
hipótesis tres: nos cuidamos
Una vez fui a un festival organizado por el sello Furia, la disquera independiente de Adiós Cometa. Fui con mi amiga Cata a quien convertí a la religión de esta banda. En ese festival conocimos más bandas que se hicieron parte infaltable de nuestros chivos como Jardín Animal y Marea Tranquila. En ese festival compramos muchas chemas. En ese festival nos metimos al mosh pit como si no hubiera un mañana.
En ese festival me sentí segura.
Las bandas se apoyaban entre ellas. La gente se cuidaba en el despiche. Habíamos muchas chicas al frente. Yo no estoy en el negocio de exaltar hombres por hacer lo básico, pero la escena musical costarricense ha sido tan misógina que sentir seguridad en espacios liderados por hombres a veces se siente casi como un milagro.

Mark Murillo, Gabriel Piedra, Pablo Matamoros, Jonathan Villalobos y Ema Morales. Foto por Leo Carvajal/Cortesía de Adiós Cometa.
hipótesis cuatro: esta es mi generación
Una vez presencié el estreno de una canción en un chivo de estos maes. Era “Los años, pequeños días”. Antes de cantarla, Emanuel, uno de los vocalistas, se disculpó porque estaba muy enfermo y dijo que le iba a salir mal. Y sí le salió medio mal, pero yo escuché el potencial. Estaba escuchando una canción que sin ninguna duda estaba absolutamente influenciada por el screamo. Me acuerdo de decirle a Mila: “mae es que no entiendo, ¿esta gente qué es lo que toca? ¿Son chicos emo como nosotras?”.
En Adiós Cometa he encontrado influencias de grupos que fueron también mis grupos en la adolescencia (hola Underoath, te escucho aquí). Pero hay algo más que eso. Hay una madurez en el grupo.
Son maes que, asumo, están cerca o por encima de sus treintas. Como yo. Tienen hijos. Están perdiendo el colágeno. Como yo. Y le entraron a la música con todo. Con la seriedad y la seguridad que uno adquiere después de sentirse muy perdido en los 20s.
Pero también, atraen a una audiencia muy muy muy joven. Chicos y chicas que están apenas abandonando su adolescencia. Una audiencia que lo entrega todo en cada concierto, que grita cuando los ve, que les pide fotos. Que todavía tiene ganas y esperanza y energía.
hipótesis cinco: esta banda me deja ser fan
Una vez escribí un texto sobre Adiós Cometa cuando descubrí referencias a Isaac Felipe Azofeifa y a Fabián Dobles en su música. Casi pierdo la cabeza cuando me di cuenta que ellos estaban componiendo sobre temas de los que yo también estaba escribiendo.
Probablemente antes de esa primera noche de 2023 en la que yo los conocí, Adiós Cometa ya llevaba un tiempo rondando por ahí. Pero para mí fue como si un proyecto musical que no sabía que había esperado por mucho tiempo me cayera en el regazo de la nada.

Ema de Adiós Cometa y Sello Furia se ha encargado de poner en cassette a más de 50 artistas nacionales y bandas amigas de Nicaragua y Argentina. Foto por Carlox jugando con el modo retrato.
"Hay algo hermoso en ser fan. Te hace entender que, al final, uno es alguien más, alguien poco importante", dice Mariana Enríquez, escritora argentina, sobre la maravillosa experiencia de seguir una banda.
A Adiós Cometa le agradezco por dejarme sentir la emoción de ser fan, pero en mi propio país. Le agradezco por seguir produciendo chivos, merch, camisetas, vinilos, compilados, cassettes, colaboraciones para que mi entusiasmo no muera. Para que pueda seguir siendo fan. Para que siga reclutando nuevos devotos.
Y le agradezco, por sobre todas las cosas, por no pedir una orden de restricción en mi contra porque este es mi segundo texto sobre ellos y al parecer, no me pienso detener.
Adiós Cometa dará un concierto este sábado 14 de junio en Santa María de Dota y se presentará el sábado 28 de junio en Amón Solar, un chivo íntimo con sus compas de Asuladera y Alturas. La música de Adiós Cometa se disfruta más en físico, revisen el catálogo de Sello Furia.